
Tecnologías que impulsan la economía circular y soluciones agrotech: el futuro de la alimentación es verde
Conceptos como “inflación”, “seguridad alimentaria”, “desabastecimiento” o “crisis alimentaria” han cobrado fuerza durante los últimos meses. La incertidumbre que ha provocado la guerra entre Rusia y Ucrania, dos de los principales exportadores de cereales del mundo, ha disparado los precios de productos básicos como el aceite de girasol, los cereales y piensos, los fertilizantes o fitosanitarios, así como la electricidad y los carburantes. Esta situación, que se suma a las consecuencias de la COVID-19 y la crisis climática, preocupa a todos los eslabones de la cadena alimentaria.
A todo ello se le añade el hecho de que alrededor de un tercio de todos los alimentos producidos a nivel mundial se pierden o se desperdician, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Estas pérdidas engloban tanto la masa de alimentos comestibles que se desaprovecha por parte de la cadena de suministro durante las etapas de producción, postcosecha, procesamiento, etc., como los desperdicios que se producen al final de la cadena, en la venta al minorista y el consumidor final.
En este contexto, la producción y suministro de alimentos a la población mundial en continuo crecimiento es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos. Así, aunar tecnología y sostenibilidad para la transformación digital del sector agroalimentario es la clave que marcará el desarrollo de alimentos durante los próximos años. Se hace imprescindible la incorporación de soluciones y herramientas agrotech necesarias para una agricultura más eficiente, así como de tecnologías para aprovechar los residuos y potenciar la economía circular o el desarrollo de productos a base de proteínas vegetales para reducir los efectos que tiene el consumo de carne y productos de origen animal para la sostenibilidad ambiental.
Así, aunar tecnología y sostenibilidad para la transformación digital del sector agroalimentario es la clave que marcará el desarrollo de alimentos durante los próximos años.
La Comunitat Valenciana, una referencia en innovación agrofood
En este sentido, España es tercer país del mundo y el primero en Europa en número de firmas agrotech que ofrecen sus plataformas de hardware y/o software para innovar, implantar nuevas tecnologías y digitalizar a las empresas del mundo agro, según revela un informe realizado por la Asociación Española para la Digitalización de la Agricultura, el AgroAlimentario, la Ganadería, la Pesca y las Zonas Rurales. Casi la mitad de estas empresas tecnológicas se ubica en el Mediterráneo: concretamente, el 11 % está en la Comunitat Valenciana, autonomía que ocupa el cuarto lugar en número de compañías agrotech, por detrás de Andalucía, Cataluña y Madrid.
De hecho, el agrofood es uno de los sectores tractores que permitirán a València situarse a la vanguardia de la innovación y la tecnología, según se desprende del ‘Estudio de los sectores económicos con más potencial de crecimiento para València desde la perspectiva I+D+i y tecnología’, presentado recientemente por el Ayuntamiento de València y elaborado por la consultora Improven.
En esta línea, nuestros socios habilitadores de tecnologías disruptivas trabajan en numerosas iniciativas que ofrecen soluciones para mejorar el proceso de transformación del sistema alimentario hacia un modelo más respetuoso con el medioambiente y, al mismo tiempo, garantizar el suministro de alimentos a una población mundial que continúa creciendo, éstas son sólo un algunas de ellas: El Centro Tecnológico de Industria Alimentaria, AINIA, ha desarrollado un sistema de teledetección compacto para controlar enfermedades de cultivos en explotaciones agrícolas con el proyecto CERES, impulsado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE). Esta tecnología permite detectar, evaluar y diagnosticar enfermedades, plagas y daños en los árboles en tiempo real para mejorar la gestión de los cultivos. En concreto, se trata de un dispositivo compuesto por tecnologías fotónicas e Inteligencia Artificial (IA) que permiten la caracterización de los cultivos mediante la combinación de robótica móvil (drones y AGV), fotónica (cámaras hiperespectrales, termografía y LIDAR) y software de análisis basado en IA.
Con el proyecto FOODCOLLECT, AINIA está desarrollando una plataforma robótica móvil capaz de recolectar fruta del suelo para darle un segundo uso y, de esta manera, reducir el desperdicio alimentario, lo que supone una mejora del rendimiento y la inversión de los cultivos agrícolas, así como una apuesta por la sostenibilidad. Este novedoso robot recolector incorpora tres principales innovaciones: navegación autónoma gracias a una plataforma robótica móvil, un brazo para la recolección y un sistema avanzado de visión para la detección y localización de la fruta.
Del mismo modo, AINIA lleva a cabo numerosas iniciativas alineadas con la transición hacia alimentos con base de proteína vegetal, como el proyecto VEGEXT, apoyado por la Generalitat Valenciana. Así, el centro tecnológico ha estudiado la aplicación de tecnologías de extrusión innovadoras, una de las líneas tecnológicas con mayor potencial en este campo, utilizando diferentes fuentes de proteína para la obtención de análogos cárnicos de base vegetal. Para ello, se han utilizado desde las más convencionales, como la soja y el guisante, hasta otras más novedosas como proteínas de cereales, patata u otras leguminosas.
También destacan las investigaciones que realiza el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA) para asegurar la sostenibilidad de la cadena alimentaria con el desarrollo de nuevos ingredientes más saludables o la valorización de residuos agroindustriales para producir ingredientes y materiales de uso alimentario, entre otros trabajos. Una muestra de ello es el proyecto VALUÓS, financiado por la Agencia Valenciana de Innovación (AVI), que consiste en la valorización integral de residuos agrícolas –pectinas de cítricos, caquis, sandías, etc.- para obtener ingredientes de valor añadido. Además, se evalúa la posibilidad de sustituir algunos ingredientes texturizantes por estas pectinas en la formulación de postres lácteos como natillas o cremas, así como su uso en gominolas veganas con menor contenido en azúcar.
Asimismo, IATA ha conseguido recientemente junto con el Grupo de Microestructura y Química de Alimentos de la Universitat Politècnica de València (UPV) la sustitución total de grasas sólidas como mantequilla, margarina, grasa de palma y grasa de coco por oleogeles en la elaboración de croissants y otros alimentos de bollería y confitería. La estructura y las propiedades sensoriales del producto son muy similares a las del alimento convencional, pero con un perfil lipídico saludable. En este estudio, los oleogeles o geles de aceite se han formulado con diversos tipos de aceite (girasol y oliva) y diferentes hidrocoloides o emulsionantes alimentarios, mediante un método de elaboración sencillo y respetuoso con el medioambiente.
ITI, centro tecnológico especializado en TIC, por su parte, trabaja en el marco del proyecto DIH4CPS para reducir pérdidas en el sector agroalimentario mediante la implementación de sistemas ciberfísicos y reconocimiento de imágenes. Para ello, ha tomado como objeto de estudio el procesamiento de tomate cherry, pero adaptable a la clasificación y selección en base a calidad de cualquier otro fruto. La solución final mostrará cuándo y cómo ocurren las pérdidas en el proceso de selección, lo que permitirá minimizar los costos y optimizar el rendimiento de los recursos (maquinaria, mano de obra, materias primas, energía, mantenimiento, etc.).
Entre las numerosas innovaciones que impulsa AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, para mejorar la sostenibilidad medioambiental del sistema productivo agroalimentario y reducir el food waste destaca el desarrollo de nuevas soluciones de envases barrera biodegradables a partir de biorresiduos originados por la industria alimentaria con el proyecto FASTBIOPACK, financiado por el IVACE. Estos nuevos envases para productos como las cápsulas de café o monodosis de otros alimentos como pueden ser las salsas, además de ser biodegradables, presentan propiedades barrera que protegen y alargan la vida útil de los alimentos envasados.
AIMPLAS también trabaja para aprovechar el CO2 capturado en zonas urbanas en cultivos sin tierra, conocidos como hidropónicos, con el proyecto TERRAX. Se trata de un novedoso sistema que permitirá reducir el exceso de CO2 en ambientes urbanos y, al mismo tiempo, aprovechar por vía subterránea el CO2 ambiental capturado para el crecimiento vegetal en cultivos sin tierra. Los cultivos hidropónicos ahorran casi un 40% del agua gastada en agricultura y jardinería tradicional, además de economizar el desgaste de los minerales de los suelos. La propuesta combina estructuras vegetales, instalables en cualquier entorno urbano, como cubiertas en infraestructuras, jardines interiores, paredes vegetales, decoración, etc., para potenciar su capacidad intrínseca de captura de CO2 mediante el desarrollo de sustratos hidropónicos con materiales multifuncionales adsorbentes de alta eficacia.
En este blog os informamos de manera periódica sobre todos los avances tecnológicos que se están desarrollando en la Comunitat Valenciana y sobre cómo su aplicación puede ayudar a nuestras empresas y organizaciones.